Publicado por Alejandro Alvarado Vega el 23.09.2020
Para nadie es un secreto que estamos viviendo uno de los momentos históricos más complejos que nuestra sociedad moderna ha atravesado en los últimos 30 años. Según el coeficiente de gini Costa Rica hoy se mantiene entre los países más desiguales de Latinoamérica, actualmente tenemos un porcentaje de desempleo cercano al 24% según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), adicional a esto las proyecciones del Ministerio de Hacienda establecen que podríamos cerrar el año con un déficit fiscal cercano al 10% del PIB.
Ante este escenario en el que se encuentra el país y a falta de un año para llegar al bicentenario es necesario que nos cuestionemos ¿Cuál es la Costa Rica que queremos construir durante los próximos 100 años? Para poder responder esta pregunta, en primer lugar, deberíamos tener la capacidad de ser autocríticos para poder analizar cuáles son las causas reales que han motivado la fragmentación, polarización y desintegración que vivimos como sociedad costarricense.
Desde mi perspectiva personal, profesional, laboral y también como representante de un cargo de elección popular reafirmo mi tesis sobre el rol que ha jugado la pandemia sanitaria como un agente que vino a evidenciar y a exponer las diferentes realidades sociales que arrastrábamos desde hace décadas.
No es ninguna casualidad que las comunidades que más han sufrido las consecuencias de la pandemia han sido aquellas que se encuentran en una situación socioeconómica más vulnerable, aquellas donde existen asentamientos informales, una mayor brecha digital, un acceso limitado a servicios básicos, más informalidad y precariedad laboral, un acceso limitado a la seguridad social, mayor dificultad para mantenerse en los sistemas educativos, entre otras problemáticas que minan las posibilidades de movilidad social.
Nuestra formación a través de los años nos ha inculcado la idea de que el desarrollo humano sostenible se gesta de manera vertical de arriba hacia abajo, es decir, que un Gobierno asume el rol interventor de forma centralizada y distribuye desde arriba sus servicios y sus beneficios a la población.
Sin embargo, la situación actual que se manifiesta ante nuestros ojos nos obliga a repensar nuestro modelo de desarrollo y nos exige ser mucho más innovadores y proactivos a la hora de plantear soluciones integrales a las necesidades que tenemos como país. Esta nueva realidad que vivimos nos ha desviado la mirada de forma inconsciente hacia el ámbito local, las circunstancias nos han hecho entender la gran importancia que tienen las comunidades como escenarios donde se gestan acciones concretas que permiten mejorar la calidad de vida de las personas.
Y es que naturalmente es en nuestras ciudades, en nuestras comunidades donde convivimos de forma cercana todos y todas, jóvenes, adultos, niños, adultos mayores, entre otros. Es en cada pueblo donde forjamos nuestra propia identidad, nuestra cultura, nuestra historia, nuestras costumbres y tradiciones.
Es por esta razón que se vuelve imprescindible nuestra participación activa en los asuntos locales, es ilógico pensar que podemos impactar positivamente en nuestro país sin transformar nuestras comunidades en ambientes sanos, inclusivos, seguros y sostenibles. De forma organizada desde lo local podemos construir y adaptar espacios que propicien las condiciones necesarias para consolidar una Costa Rica democrática menos desigual, más próspera, más equitativa y más solidaria.
Alejandro Alvarado Vega
Presidente Municipal de Tibás
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